Material:
Madera policromada.
Autor:
Antonio Díaz Fernández.
Cronología:
1984.
Pasaje Evangélico:
»Pero Jesús, después de dar una voz, expiró; y la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo» (Lc 15, 37-38).
Restauraciones:
Francisco Marín Cruces (2001), quien subsanó una serie de grietas surgidas en la talla.
Isarel Cornejo Sánchez (2019), consolidación de uniones y ensambles, mediante la introducción de nuevas espigas en brazos. Realización de una nueva policromía, en la que se pone en valor los valores plásticos y estéticos de la imagen. Realización de una nueva corona de espinas.
Análisis Artístico:
Tan singular imagen representa a Cristo muerto en una cruz de sección lisa y cepillada, y se inspira en el ubetense Crucificado de la Noche Oscura, labrado por el imaginero malagueño Francisco Palma Burgos, de ahí que muestre la cabeza profundamente inclinada, los ojos semicerrados y la larga cabellera resuelta en lacios mechones, cubriendo uno de ellos parcialmente la ceja izquierda.
La corona de espinas es superpuesta y gran parte de la barba, también larga, reposa sobre el pecho del varón.
La nariz es larga y afilada, y la boca, entreabierta, muestra la dentadura y la lengua talladas.
La anatomía es severa y enjuta, con la caja torácica resaltada, los brazos colgantes del travesaño, las manos abiertas y los dedos separados.
El perizoma, de gran longitud, es cornífero, dejando al descubierto el costado izquierdo y fijándose al madero por el clavo que traspasa los pies.
Se halla crucificado por tres clavos, montado el pie derecho sobre el izquierdo. Las carnaciones son pálidas y limpias, mostrando un escaso número de heridas y regueros de sangre. Carece de exorno.